Posts

Amigo fantástico / Fiction friend

Ishmael Pleyo es una criatura de que mide cinco metros, tiene tres ojos, cuatro narices, dedos largos con uñas color azul, pies amarillos. No tiene boca porque través del olfato se alimenta y se comunica. Pertenece a un grupo que cuida a los humanos que permiten ser custodiados. Ahora Ishmael deja que Pleyo le hable. Pleyo dice que es tiempo de volver a soñar. Pleyo cuenta hasta diez mientras Ishmael cierra los ojos, de pronto Ishmael se ve subiendo por un tubo, da un paso arriba y luego otro, está a punto de llegar a ver la ciudad del futuro, una ciudad que el siendo ingeniero civil ayudara a trazar. Ya casi está por llegar al final del tubo cuando de pronto desde atrás escucha una voz que le dice no creas, no creas. Afortunadamente Ishmael no presta atención a la voz y logra escalar hasta la salida del tubo azul, cuando llega ve con alegría que ahí está Pleyo, ahora Pleyo es morado, está caminando hacia una maqueta hecha especialmente para el futuro de Ishmael.

Impermanencia

Leer, pensar, escribir y conversar son las pasiones de Ester la protagonista de la novela Apropiación indebida de Lena Andersson, suena a la mejor de las propuestas para las mujeres que nos hemos aferrado a la escritura hasta hacer las veces de amante, Rosario Castellanos dice “Las palabras poéticas constituyen el único modo de alcanzar lo permanente en este mundo” y cuando el amor nos ha mostrado el rostro violento, la fealdad de su alma, no queda de otra que atar cuidadosamente nudos y tejer a la velocidad del viento en la creación literaria para destrabar lo que acosa el alma. Tal vez es imposible que las letras ocupen el espacio de un amor, una persona, pero no, en el terreno de la cruel impermanencia algo debe quedar quieto, el riesgo es cuando la ficción amenaza con marcharse al igual que los amantes que después de un apasionado encuentro deben separarse para interactuar en otros mundos de mentira y problema, para luego volverse a reunir   alentarse   enamorados y co...

Al papa en Ciudad Juárez

Salmos 146  No confiés en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos.   Yo no soy católica pero en uno de esos viajes a mi interior y a Buenos Aires Argentina, supe de tajo que no me podía ir de esta vida sin darme la oportunidad de vivir parte de mi identidad mexicana.   Varias semanas soñé a mis antepasadas encender veladoras a los santos, San Judas Tadeo era el favorito, ellas prendían velas se arrodillaban y pedían por toda la tribu menos por ellas mismas. Al momento del pronunciamiento yo veía como la pared y el cuarto dedicado se iba iluminando poco a poco. Recuerdo que era diciembre y en Palermo Hollywood Buenos Aires, a tres cuadras de la casa de mi ex suegra hay una iglesia católica, entré y cuál fue mi sorpresa al ver que a mi lado derecho estaba una estatuilla de San Francisco de Sales, el patrón de los escritores y periodistas, entonces,   a...

A Helena Paz Garro y su Luis, el pintor de brocha gorda

Amanece alborotada predecía líricas sin ecos falda vuelcos blancos. Futuros parisinos, pasados mexicanos, presentes rotos, cenizas. Pinta Luis tu miedo Tú lo veías ángel, guerrero  ¿qué angustia aprisionaba? Tus tobillos arrullan el recuerdo. Luis abría los botes de color, las serpientes rojas soplan, no eran espejismo, la tragedia fue real. La espesura de la brocha, quisquillosa abotona el capítulo perdido de tu historia, Helena. Tarde rebelde, anécdotas idénticas, buscan a Luis en el espíritu de la cal, protégenos de los perversos. Noche aroma a hombre, pareces eterna, ¡ya amanece!, entréganos la brocha gorda y la pintura.

Del recuerdo

Viene, se va, regresa Habla, come Era el sol, ella, la mujer ¿A dónde se fue? Libre, acompaña, quédate en el cuadro fue perfecto verte en la pausa evocar la caída del sol Imagino que existes y recostada en la arena tus extremidades expulsan tentáculos Vienes, llegas, recuerdas Te quedas y me abrazas.

Entrevista publicada en la página del Instituto de Cultura de León

Instituto de Cultura de León: El mundo y la escritura de Hilda Sotelo

Hombre Serpiente

Después de enterrar su colmillo en mi pulgar izquierdo, y con el paso de los meses, ella no se conformó. Regresó para picar mi ambigüedad, clavó su otro colmillo en mi mano izquierda. Antes del juego, se enredaba en mi cuello, en mis entrañas. Sabía hacia dónde me dirigía, pero no me adentré en su llamado. Hacerlo, hubiera significado arrojar por la borda su propio crecimiento. Después de la mordida, corrí hacia la tienda de mi infancia, donde Doña Chelo me esperaba. Observó mi mano inflamada, a punto de reventar por el veneno. Desperté conmocionada, di tres golpecitos suaves sobre mi mano hinchada: “Sana y transforma” —murmuré. En ese instante comprendí, de tajo, que el antídoto para el veneno de la serpiente se encuentra en su propio veneno. Y así, asumí que el enemigo, en otro tiempo, fue un amigo... pero, ¿cuándo? Esa noche volvió. Se presentó vestida de hombre, con un chaleco negro, elegante como nunca. Volteaba el cuerpo, insinuante, sugiriendo que lo acariciara, como solía hac...