Impermanencia

Leer, pensar, escribir y conversar son las pasiones de Ester la protagonista de la novela Apropiación indebida de Lena Andersson, suena a la mejor de las propuestas para las mujeres que nos hemos aferrado a la escritura hasta hacer las veces de amante, Rosario Castellanos dice “Las palabras poéticas constituyen el único modo de alcanzar lo permanente en este mundo” y cuando el amor nos ha mostrado el rostro violento, la fealdad de su alma, no queda de otra que atar cuidadosamente nudos y tejer a la velocidad del viento en la creación literaria para destrabar lo que acosa el alma.
Tal vez es imposible que las letras ocupen el espacio de un amor, una persona, pero no, en el terreno de la cruel impermanencia algo debe quedar quieto, el riesgo es cuando la ficción amenaza con marcharse al igual que los amantes que después de un apasionado encuentro deben separarse para interactuar en otros mundos de mentira y problema, para luego volverse a reunir  alentarse  enamorados y congelar la memoria hasta nuevo aviso. Comprendo que la creación literaria si se toma como amante y arrebato corre el  riesgo de ser frívola, superficial, no pasa de garabatos impresos en el cuerpo infantil del creador. Estar confundido se vale, es que el asunto de los amantes es letra, es anécdota, y como tal suele intrincarse en algún lugar que consideramos no es importante, además el asunto del amor erótico  es ilusión que se apaga fácilmente; cuando se escribe o se lee, la ficción salta casi igual o peor. 
 ¡Chingada madre, por qué tan complicado! Síguele.
¿Duele ser amante? ¿Se sufre tanto como se goza? Sí, ¿por qué? La respuesta es sencilla, una de las dos partes o las dos está faltado al código de honor, decir verdad. ¿Pero sí yo no la/la conozco, o ella/él ni el mundo me hace? No importa, ya sabrán el uno/a de la otra/a. ¿Pero solo fue dos o tres veces y nadie salió lastimado, además me cuido muy bien, borro todos los mensajes y lo hago en horas que no afectan nuestra convivencia? Astucia que irremediablemente volverá de una forma u otra a ti para que la mastiques muy bien y la digieras. Ni intentes borrar la ficción porque a capricho de lo desconocido, la tinta que debe permanecer, te ocupa. La ficción dice verdad disfrazada de mentira, piensa que ama y luego comparte la sábana con otros habitantes de la misma línea; asume que nadie saldrá lastimado pero sus tentáculos se mueven sigilosamente hasta alcanzar las profundidades del subconsciente e instalarse para luego brotar e invadir los sentidos, el sentido de nuestra vida. Mágica literatura que nos brinda la oportunidad de seguir redactado ficción sobre ficción, a ver si de una vez por todas entendemos. 
En el reino de Ester, Hugo, hombre entregado a su carrera artística, destacado, recibe a la incauta mujer después de que ella preparó con gran devoción una conferencia sobre él. A Ester le duele el cuerpo de tanto amarlo, es correspondida durante algunos encuentros de trabajo. Él no da señal alguna de la existencia de otra mujer y Ester inicia la fábrica de ilusiones al tanto el análisis sobre lo correcto y lo incorrecto se escucha desde Suecia hasta El Paso, Tx donde yo leía la novela y escribía otra historia.  El amor sucede y una que otra muestra de interés por parte del renombrado Hugo también; de pronto éste la aniquila, la anula, no le habla, no responde a los mensajes, Ester se muere de impaciencia, imagina mil cosas, y yo  ensimismada en la lectura de la novela, quiero entrar a escena, gritarle a Ester que no busque a Hugo, que él no le da muestras de amor, que el amor es otra cosa, que mejor salga a prepararse para el maratón, lea, escriba, pero me detengo, río a carcajadas, tengo que recordar que lo que leo es ficción. Llega la narradora, el texto va en tercera persona, lo dirige a ella, ellas que se enamoran del hombre que quieren ser pero no lo saben, adjudican a Hugo lo que a ellas les falta, él es todo, ¡Maldición! Hugo no le corresponde, se apropia de su cuerpo y espíritu, se instala a seguir circulando, seguro, famoso, ausente de dolor, sentimientos, emociones. A pesar de que Ester detectaba ciertas carencias en la obra de Hugo, ni esto la detenía en su apasionada carrera a comprender por qué Hugo no la buscaba, por qué Hugo le absorbía la vida, por qué Hugo  le dio esperanza con aquella frase “reflexionaré sobre lo nuestro”. Ester a vuelta de año se entera que un parásito la habita, Hugo siempre tuvo a otra mujer, se había apropiado indebidamente de ella, de sus ilusiones y su espíritu, despojado completamente de la cultura del honor escudado en la diferencia de edades, liberarse del riesgo que supone crear una verdadera intimidad para poder manipular el poder de modo que jamás termine en posición de inferioridad, decía que renunciar a todo por haber tenido contacto físico con una persona constituye un acto de tiranía, ir por la vida siendo honesto y transparente es una restricción a la libertad. Ester se ve obligada a aceptar la verdad, a mudarse a no permanecer.
 Y si lo que Lena Andersson escribió permaneció en mi alma al punto de motivarme a escribir sobre emprender retiradas, y temas que fluyen de uno a otro, entonces mientras lees se irá, se fugará al igual que sus reflexiones sobre la cultura del honor que muy bien nos hace falta memorizar en estos días. Y si lo que yo escribo y he escrito te saturó de coraje, frustración, risa, confusión o en el mejor de los casos reflexión; gracias por permitirme permanecer y seguir en la rueda del blog y el feis. 
¡Vámonos de aquí!


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