A Helena Paz Garro y su Luis, el pintor de brocha gorda

Amanece alborotada
predecía líricas sin ecos
falda vuelcos blancos.
Futuros parisinos,
pasados mexicanos,
presentes rotos, cenizas.
Pinta Luis tu miedo
Tú lo veías ángel, guerrero
 ¿qué angustia aprisionaba?
Tus tobillos arrullan el recuerdo.
Luis abría los botes de color,
las serpientes rojas soplan,
no eran espejismo, la tragedia fue real.
La espesura de la brocha, quisquillosa abotona
el capítulo perdido de tu historia, Helena.
Tarde rebelde, anécdotas idénticas,
buscan a Luis en el espíritu de la cal,
protégenos de los perversos.
Noche aroma a hombre, pareces eterna,
¡ya amanece!, entréganos la brocha gorda
y la pintura.


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