Quinto mensaje.

Tenías trece años cuando el maestro de tu clase de Español impartía la lección, gerundio y participio, asomabas la mirada inquieta, suplicabas su atención y rebasaste los límites hasta conseguirlo, escupiste en el cabello largo de la rubia que tenías en la banca enfrente, invitaste a tu prima a materializar la travesura en dualidad.Ella iba vestida de amarillo, te recordaba aquel sueño constante de caída de dientes y la niña que sabía de memoria el poema Payaso. Carcajeaste mientras el profesor se esforzaba por darte a entender que el presente perfecto del indicativo necesita del verbo auxiliar haber. No has superado la experiencia de haber pasado al pizarrón, has escrito la respuesta equivocada, has pronunciado mal el apellido del maestro, le has otorgado diferentes nombres a tus compañeros de escuela, no sabes de dónde vienen esas voces que te obligan a cambiar nombres e historias, has predicho la entrada de pájaros amarillos al salón de clase, adivinar es más divertido que poner atención en el momento, huyes, y ésas te hablan. De pronto las abejas entra amenazante, van directo a ti, las quieres asesinar y el maestro te ha indicado dejarlas en paz. Tus compañeros se burlan de tu miedo, no se explican por qué ese animal volador te provoca sudor, frío. Has desmayado. De pronto despiertas y te ves 27 años adelante, imitando a tu maestro, ahora tu estás obligado a enseñar gramática, lo debes hacer muy bien, es importante para La Fábrica de Payasos que ya ofrecen trajes perfectos en la Curva de San Lorenzo en Ciudad Juárez.

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