¡No lo olvides! Aquí la serpiente transmutó a mujer, no al revés. Cuidado
Once mujeres herederas de una extraña fortuna que les transfiere poderes de toda índole, juegan un partido donde aparentemente no existen las posiciones, la competencia ni las reglas. Los artefactos típicos de un encuentro de fútbol son sustituidos por las largas conversaciones. Los hallazgos emanados de las supuestas contrincantes permiten que la cancha sea abandonada con la sensación de confusión, nadie pierde, nadie gana, los juicios han cambiado. Mientras corren pateando las esferas que forman las palabras descubren caminar, respirar, contemplar, experimentar, aceptar la derrota, soltar, aprender y amar. La red de la meta cede convirtiéndose en una puerta de perfectas dimensiones que las llevan a mundos paralelos previamente trazados por sus Dioses interiores. El gol regresa a sus atribulados corazones, corazones condicionados desde el inicio de su creación, corazones que estallan formando símbolos atípicos del amor. Poco a poco cada personaje encuentra planos movedizos en el pasto, que lo lleva a los trofeos bañados en oro. Con admiración descubren que la herencia dejó de ser extraña y la convierte en alegres fortunas que viven jugando