La cuerda rota
JOB 10:12
El hombre vano será entendido cuando un pollino de asno montés nazca hombre.
-Ya estoy muy vieja para que me vengas con cuentos, dime
bien, dime qué demonios te pasa, ¿por qué le sigues el ruido a tu marido si
sabes que todo el tiempo ha sido___________? A la mujer le crece la cola, luego los dichos, las yonarrativas la corta, luego ellas, ellos, y ay cómo joden, ve libre, ¿sabes quién eres?, anda, anda-.
Melina y las otras estaban en el piso de un taller, un taller
de creación literaria, un taller que les había desatado los lazos podridos, los lazos de enemigas y
traciones de antaño. Los lazos de conquistadores y conquistados.
Cata y Yan decidieron salir a dar un paseo por la ciudad. Yan
hacía mucho tiempo anhelaba besar a Cata, la tomó de la mano, se acercó a su
cuello, cautelosamente movió el cabello hasta provocar escalofrío en su mirada.
Las dos continuaron caminando, entraron a una fábrica de empanadas de manzana. Animada Cata continuó
besando a Yan. El conserje del edificio les adviritó salir de ese lugar, ellas
salieron felices, abandonaron el polvo, la maquila añeja y los trabajos arduos.
Regresaban al taller, la nueva maquila de letras y palabras, el espacio se había
transformado, a la entrada, un servi bar, las botellas de tequila rezaban – las
letras de Ciudad Juárez ya tienen nombre-. Melina escuchaba a su marido, él
tocó la guitarra de cuerdas rotas. Melina lo admira pero a cada cuerda que se
rompía la cordura la atrapaba; atroz percatarse del engaño, su esposo no sabía
tocar guitarra, su esposo mal imita el sonido conectado a la bocina y la pared.
Las cuerdas cayeron lentamente en el rostro de Melina.
Yan y Cata bailan a su propio ritmo, toman un chat del nuevo
romance tequilero. Melina mostraba su rabo ausente, tenía un cruel hoyo en la
raíz justo al empezar el centro de sus nalgas; por ahí se había filtrado toda
clase de alimañas que la hacían tragar desesperada. No era ella la que comía y
deprimía; eran los antiguos contratos de antepasadas rezadas y persinadas.
Melina dormía y volaba, sus pies cada y cuando aterrizan, solo para seguir
soñando.
- Vieja, eres muy vieja, Yan. Mi coxis ha sanado
ahora debo decidir si quiero un rabo-
-
Te dirán zorra-
-
No me importa que me digan zorra, loba, o avestruz,
son juicios de gente Andaluz –
-
O del viejo continente, dirás-
-
Sí, España, el mal oliente, jajajaja-
-
Veamos, veamos a nuestras/os indígenas videntes,
digamos, digamos que te ponen la cola hermosa peluda, sedosa y deliciosa-
-
Venga, el miedo se ha ido, Yo Soy conmigo y
contigo; con cola y sin cola, cada quien lleva su abrigo-