Felipe
Felipe nació en Amazonas un departamento de Colombia, ahí sus padres lo abandonaraon a su suerte cuando apenas tenía cinco años. Los indígenas del lugar lo adoptaron, le enseñaron la libertad del mundo salvaje y las múltiples combinaciones de hierbas curativas. Felipe creció pensando que el mundo fuera de las Amazonas estaba enfermo, soñaba constantemente con hombres y mujeres blancos arrancándose el corazón al pasar horas y horas frente a una caja extraña, un cuadro que resaltaba colores opacos, estaban preocupados por sus deudas. Después veía inyecciones, armas letales, cuartos saturados de enfermos, lugares donde las personas intercambiaban dinero por medicina, espacios donde las mujeres se convertían fácilmente en serpientes. Apenas sabía el alfabeto español así es que, sus sueños le parecían sumamente extraños. Cuando alcanzó los quince años sus padres adoptivos lo echaron de la choza; Felipe la pasaba soñando y por poco queda atrapado en sus fantasías. Decidieron que si Felipe permanecía un año más en ese lugar, moriría. Caminó largas horas hasta llegar a un pueblo llamado Calamana, ahí vio por primera vez una televisión. Se alegró al saber que traía consigo plantas suficientes para curar. Conoció a Luma, la hija del tendero. El tendero aceptó de buena gana la presencia de Felipe, necesitaba ayuda. Gracias al conocimiento sobre las plantas, y a los blancos que llegaban de otros mundos, pudo vender lo suficiente para iniciar un patrimonio con Luma. Ni Luma ni Felipe querían tener hijos, solo anhelaban conocer el mundo, emigrar, caminar. Se mudaron a Bogotá e iniciarion su casa herbolaria donde Felipe sanaba a los blancos, les quitaba las adicciones con un té de plantas mágicas, su fama se extendió y hasta él llegaron miles de personas venidas de Europa y Canadá. A Felipe los sueños lo volvieron a atrapar; las serpientes desfilaban, lo seducían bailando entre exóticas ropas y cabello rojo. Una noche Kalima entró a su sueño, lucía radiante como la luz del sol, acariciaba a Felipe en formas jamás exprimentadas, le hablaba de una región de X roja, diminutas venas de río, polvo a la entrada y gente esquizofrénica y confundida. Felipe despertó seguro de conocer muy pronto a Kalima en persona. Los meses pasaron y el sueño se hizo recurrente al punto de abosber el alma de Felipe. La esposa se percató y al igual que los padres adoptivos de Felipe, ella decidió echarlo de su vida. Felipe tomó unas cuantas pertenencias y dinero, iría a buscar a Kalima. Cruzó la frontera de México encima de la bestia, luego se instaló en Chiapas por una temporada. Muy a menudo desesperaba por ver a Kalima hacía varios días que no la veía en sus sueños. A San Cristobal llegó un autobús de pasajeros; Felipe convenció a varios de ellos de tomar su infusión mágica, ya había adquirido el poder de influenciar durante el trance que provocaba el té. Se subió al autobús que iba a Playa del Carmen. Ahí seguro conocería a Kalima. En el camino notó que los pasajeros pasaban largas horas con un aparato en la mano, una mujer de nombre Inocencia oriunda de España, le instruyó en las ventajas del aparato, Felipe sabía que Inocencia, estaba sola en el mundo; aprovechó la atracción y soledad de la pobre mujer para seducirla. Al llegar a Playa del Carmen, Inocencia ya no podía vivir sin él. Dispuso de su dinero producto del ahorro de 20 años de trabajo y los entregó ciegamente a Felipe. A la mañana siguiente Felipe se dirigió al aeropuerto, compró un boleto hacia la Ciudad de México para él e Inocencia.
-¿De qué vamos a vivir, Felipe?- Inisitía Inocencia. -Me queda suficiente té para vender, ahora debes meterlo ahí, a ese aparato que traes en la mano-. -Al celular, a internet quieres decir- -Sí mujer, sí. Pero debes seguir exactamente las instrucciones que te de-. Felipe e Inocencia lograron atraer grupos a su casa en el DF pero para Felipe nada era suficiente, sentía el hueco en el corazón, añoraba conocer a Kalimba. Inocencia poco a poco lo aburría, recordaba a sus padres adoptivos y la amenaza de muerte si se entregaba de lleno al dormir. Inocencia aprendía el oficio de suministrar el té pero Felipe pretendía no descuidar ni el más mínimo detalle en su negocio. Pasaba largas horas dormido y enviaba a Inocencia a Colombia a traer las hierbas que sostenían el negocio. En uno de los viajes Inocencia decidió entrar a una sesión de mujeres poderosas, pasó horas meditando sin ingerir ninguna droga. Aprendió sobre la vida Zen y la verdadera libertad. A Felipe le extrañó no saber de Inocencia por varios días pero no indagó, él seguía entregado a Kalimba. Inocencia se sentía en paz en el programa que el gobierno de Bogotá había implementado para las mujers víctimas de abusos físicos, emocionales y mentales; sorpendenteme al programa llegaron esposas de chamanes de la región, mujeres hartas del poder mal empleado por sus esposos, mujeres hartas de las infidelidades, la depredación de la selva, y los golpes. Poco a poco Inocencia despertaba a la realidad de ser la esposa de un gurú. Aunque Felipe solo le era infiel con su distracción rara, sus profundas horas de sueño, ella se sentía relegada. Cuando regresó estaba decidia a investigar qué era lo que le robaba el amor de Felipe. Lo observó minuciosamente. A Felipe le sorpredió el cambio en Inocencia pero no le dio mayor importancia. Estaba decidido a comprar un boleto de avión a Ciudad Juárez porque descurbió que ahí estaba la X roja, entonces, seguro Kalimba ya lo esperaba. Empacó dos cambios, y se fugó sin decir nada. Inocencia fácilmente rastreó la compra del boleto, así es que también llegó a Ciudad Juárez y se hospedó en el hotel Lucerna, esperaría paciente a que Felipe usara la tarjeta e iría a encontrarlo. Cuál fue su sorpresa al ver que Felipe estaba desayunando en el mismo hotel, vio el tarjetazo durante la tarde. Lo buscó desesperada pero en el hotel no aparecía el nombre de Felipe. Inocencia no ponía atención a sus sueños, ni a su intuición, le bastaba con saber la realidad presente y rara vez indagaba a fondo. La desesperación de no saber de Felipe la llevó a buscar la calma en la meditación, soñó que ella era la diosa Kali y que debería cortar la cabeza de su amando de lo contrario lo perdería. Vio cómo Kali abrazaba a Felipe desde la tierna edad, se había apoderado de él al verlo abandonado. Inocencia tomó varias medidas antes de cercenar la cabeza de su amado. Se tiñó el cabello de rojo, buscó las mejores prendas de vestir. Pasó varios días en el hotel hasta que recibió un texto de Felipe. Viene a Ciudad Juárez a probar fortuna, ven, estoy en el hotel Lucerna; necesito que me digas cuánto dinero nos queda en la cuenta del banco. Inocencia le respondió, quédate ahí, en el restaurante llego en cinco minutos. La tarde caía y en el salón La Capilla las personas bailaban. Inocencia movió el cuerpo y destellaba luz solar por los ojos. Felipe la abrazó, le recordaba a Kalima, seguro era ella, su búsqueda había terminado, estaba prfundamente enamorado de su esposa. Inocencia seguía pensando en la decapitación de Felipe.
-¿De qué vamos a vivir, Felipe?- Inisitía Inocencia. -Me queda suficiente té para vender, ahora debes meterlo ahí, a ese aparato que traes en la mano-. -Al celular, a internet quieres decir- -Sí mujer, sí. Pero debes seguir exactamente las instrucciones que te de-. Felipe e Inocencia lograron atraer grupos a su casa en el DF pero para Felipe nada era suficiente, sentía el hueco en el corazón, añoraba conocer a Kalimba. Inocencia poco a poco lo aburría, recordaba a sus padres adoptivos y la amenaza de muerte si se entregaba de lleno al dormir. Inocencia aprendía el oficio de suministrar el té pero Felipe pretendía no descuidar ni el más mínimo detalle en su negocio. Pasaba largas horas dormido y enviaba a Inocencia a Colombia a traer las hierbas que sostenían el negocio. En uno de los viajes Inocencia decidió entrar a una sesión de mujeres poderosas, pasó horas meditando sin ingerir ninguna droga. Aprendió sobre la vida Zen y la verdadera libertad. A Felipe le extrañó no saber de Inocencia por varios días pero no indagó, él seguía entregado a Kalimba. Inocencia se sentía en paz en el programa que el gobierno de Bogotá había implementado para las mujers víctimas de abusos físicos, emocionales y mentales; sorpendenteme al programa llegaron esposas de chamanes de la región, mujeres hartas del poder mal empleado por sus esposos, mujeres hartas de las infidelidades, la depredación de la selva, y los golpes. Poco a poco Inocencia despertaba a la realidad de ser la esposa de un gurú. Aunque Felipe solo le era infiel con su distracción rara, sus profundas horas de sueño, ella se sentía relegada. Cuando regresó estaba decidia a investigar qué era lo que le robaba el amor de Felipe. Lo observó minuciosamente. A Felipe le sorpredió el cambio en Inocencia pero no le dio mayor importancia. Estaba decidido a comprar un boleto de avión a Ciudad Juárez porque descurbió que ahí estaba la X roja, entonces, seguro Kalimba ya lo esperaba. Empacó dos cambios, y se fugó sin decir nada. Inocencia fácilmente rastreó la compra del boleto, así es que también llegó a Ciudad Juárez y se hospedó en el hotel Lucerna, esperaría paciente a que Felipe usara la tarjeta e iría a encontrarlo. Cuál fue su sorpresa al ver que Felipe estaba desayunando en el mismo hotel, vio el tarjetazo durante la tarde. Lo buscó desesperada pero en el hotel no aparecía el nombre de Felipe. Inocencia no ponía atención a sus sueños, ni a su intuición, le bastaba con saber la realidad presente y rara vez indagaba a fondo. La desesperación de no saber de Felipe la llevó a buscar la calma en la meditación, soñó que ella era la diosa Kali y que debería cortar la cabeza de su amando de lo contrario lo perdería. Vio cómo Kali abrazaba a Felipe desde la tierna edad, se había apoderado de él al verlo abandonado. Inocencia tomó varias medidas antes de cercenar la cabeza de su amado. Se tiñó el cabello de rojo, buscó las mejores prendas de vestir. Pasó varios días en el hotel hasta que recibió un texto de Felipe. Viene a Ciudad Juárez a probar fortuna, ven, estoy en el hotel Lucerna; necesito que me digas cuánto dinero nos queda en la cuenta del banco. Inocencia le respondió, quédate ahí, en el restaurante llego en cinco minutos. La tarde caía y en el salón La Capilla las personas bailaban. Inocencia movió el cuerpo y destellaba luz solar por los ojos. Felipe la abrazó, le recordaba a Kalima, seguro era ella, su búsqueda había terminado, estaba prfundamente enamorado de su esposa. Inocencia seguía pensando en la decapitación de Felipe.