Lamias

A las lamias no les gusta que les roben el peine, sin embargo ellas son ladronas de asuntos más serios que un simple cepillo de largas cabelleras doradas. A Ciudad Juárez le han caído toda clase de lamias, ellas se cuelan a lo descarado entre las notas periodísticas, la peor colada fue cuando ni nos percatamos que la traíamos pegada a través de una amiga. Fue hace varios años en El Paso cuando las mujeres adultas nos atrevimos a voltear los ojos a la inocencia. Lo logramos. Fuimos de verdad hacia un mundo interior colorido, escribimos cuento infantil, lo donamos y ahora está en la red, gratis. Andamos en el camino ignorando a las hadas y las ninfas, esas cositas formaban parte de la mitología trasatlántica. Ni cómo imaginar su perverso contornillo. No, es que para las niñas del 2012 no existía la certeza o referencia posible, ay qué niñas tan incrédulas. Ya somos cuarentonas y ni todas la experiencias nos convencerán de que las hadas existen, entonces también existen las lamias. En alguna ocasión hace siglos lamias y nagualas sostuvieron una gran guerra por tonteras, por qué más se inician las guerras. El entorno se viró verde, pero era un verde cromos, con velos, verdes, mayas verdes, faldas verdes, lentes verdes, en una palabra los mayates les soplaban secretos a las nagualas pero la lamias eran astutas y supieron entrar sigilosamente por las ventas de las iglesia, les decían a los feligreses que las hadas no existían y mucho menos las brujas. Las lamias sedujeron a los sacerdotes, les prestaban raros poderes que solo adquirirían si violaban a los niños. Ellos sucumbieron. Y así las nagualas se dejaron de trasmitir el conocimiento a su pueblo. Se escondieron en cuevas para que las lamias no las encontraran, pasados los siglos vino una lamia que se enamoró de un nagual, tuvieron una hija y le pusieron de nombre Kochitta, ella tomó lo mejor de los dos mundos, de pronto lo lamia le ganaba.

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