Dice Damcho, monja budista, que las emociones no son irracionales, que tienen su propia lógica. Claro, justificadamente, vamos por el mundo iracundas por esto o aquello. El vacío que siento al no haber sido madre navega los cuatro mares, buscando un lugar donde asentarse, un espacio que lo contenga. Ese vacío, que toma la forma de algo tan humano, tan frágil, tan pequeño, lo llamamos embrión, luego feto, y al nacer, lo llamamos bebé. “No seré feliz si no soy madre.” Cuánto dolor encierra esa frase. Cuánto sufrimiento podría evitar si simplemente me desapegara de esta identidad, si permitiera que el ser fluya sin el peso de los nombres, sin las etiquetas que nos atan a deseos que quizás ni siquiera son nuestros. Pero aquí estoy, atrapada en esta telaraña de ideas que he tejido, víctima de las narrativas que he dejado crecer en mi interior. Entonces recuerdo... Kosmic Feminism. Ese eco que viene desde el vientre mismo de la tierra, de las mujeres que, como yo, han buscado respuestas má...