Mis habitaciones, el hogar y los muebles

Formar hogar dos infinitivos que se quedaron en eso, en el infinito y más allá. Mi memoria de habitación estuvo poblada por la cantidad de mujeres con quienes tenía que compartir la cama y el cuarto, mis hermanas, primas y cualquier invitada que llegara a casa. Las memorias no se fueron, se reprodujeron muchas veces hasta que dije, !basta! quiero mi cama, mi cuarto, mi espacio. Hace quince años compré una cama terapéutica, pesada, da masajes; hasta la fecha sigue conmigo. "¡Comparte, debes ser hermanable!" Dijeron en el hogar que formó papá y mamá. Cumpliré 50 años el próximo abril, creo haber formado mi hogar pero... Por orden cronológico, las habitaciones: 1970-1980 Cuando nací, viví en la galera del rancho El Berrendo, era un cuarto enrome de madera con piso de tierra, dicen que el frío se colaba por las rendijas y que mi cuerpo siempre estaba caliente, aprendió a defenderse de las inclemencias, desde entonces, soy de temperamento fuerte, sin duda. Eso no fue todo en la década. Creo haber dormido bajo los árboles y las estrellas, recuerdo felicidad. Mi padre perdió su libertad temporal, sus hijas ganamos sabiduría permanente, "no se necesita mucho para estar encantada de la vida". No tuvimos habitación familiar, fuimos a vivir a casa de la hermana de mi padre que tenía 10 hijes. La tía nos corrió. Ahora viviríamos en la casa del compadre, ahí nos recibieron con harto gusto pero como no tenían cuartos, pusieron colchones bajo las parras y el manzano. Aprendí a levantar las manos para ver caer los frutos, "coman todo el que se caiga", decía el compadre mientras preparaba sendas ollas de chile, "ahora somos doble familia, ponle más agua a los frijoles, riega el patio para que en la noche esté fresco ahí donde están los colchones, Socorro". Socorro nos dijo que ella también había vivido bajo las estrellas hasta que conoció a Miguel, su madrido que cantaba en los camiones para llevar el sustento a casa. ¡Bendiciones a Socorro y Miguel! 1980-1990 Cuando mi padre recuperó la libertad consiguió dos cuartos en una vecindad, éramos once viviendo bajo el mismo techo. Solo recuerdo al vecino violador, el que nos tocaba a todas, al volantín que me daba pavor.... Mi papá se puso pilas y mis hermanas mayores pidieron un prestamo, mi papi se puso pilas, construyó una casota en un terreno que pagó en efectivo. Mi papá pagó el préstamo y jamás se volvió a endeudar, ¡no se endeuden! Dijo. La casa era de seis cuartos, uno para mis dos hermanos, otro para mi mamá y papá y otro para siete mujeres que somos. La cocina, la sala y el comedor. Tuvimos una casa, mi casa, nuestra casa. Mi papá la pintó de colores. Durante el verano mis hermanas y yo sacábamos los colchones para dormir en el techo, aaahhh, qué frescura, las noches ardían porque habiamos dejado los colchones bajo tempraturas extremas, y por aquello de las 2am era que buscábamos las sábanas para cubrirnos de los mosquitos y los ventarrones. Poníamos agua con hielo, y de cuando en cuando remojábamos trapos para ponerlos encima de los cuerpos. Nuestros cuerpos expuestos al clima, y a los animales de la tierra, víboras, tarántulas, alacranes subían a convivir con los cuerpos. "Mi techo es el cielo", neta, neta que sí. Nada de victimismo, nada, cero. Mi habitación fue el techo de mi casa (les debo la foto) 1990-2000 Mis hermanas se fueron casando, así es que para 1990, éramos solo cuatro en la recámara, cuatro, cuatro con quien compartir dos camas. En ocasiones nos colabamos al cuarto de mis padres y ahí nos encimábamos a dormir arropadas en su amor incondicional, y cuerpos sanos, amorosos, mis padres compartieron su habitacion con sus hijes toda la vida, aún recuerdo la última vez que dormí con los dos, yo tenía treinta años y parecía tener cinco, mis padres me habitaron hasta anoche que soñé su funeral. En los noventas teníamos abanicos de aspas, abanicos que mi hermano componía y descomponía. Cuando me gradué de la preparatoria mi madre dijo, "hasta aquí, hija, tú papá y yo te pudimos dar educación hasta aquí, si quieres estudiar la universidad debes trabajar y valerte por ti misma" Las palabras de mi madre fueron música a mis sentidos, sería libre, iría a buscar una habitación propia. Llegué a casa de mis hermanas en Ciudad Juárez, ahí volvimos a compartir recámara, "bienvenida hermana, aquí puedes conseguir trabajo pronto, te puedes dormir con cualquiera de nosotras". Yo quería mi propio cuarto, no pude contradecir a mi hermana, seguí compartiendo, la compartencia se aprende por necesidad. La maquiladora no era tan mala, no, me dieron casita allá cerca del aeropuerto, ¡yo no quería vivir cerca del aeropuerto! Allá estaban tirando los cuerpos de las mujeres asesinadas ¡feminicidas de mierda, feminicidas ojetes! No habité la casita, preferí seguir compartiendo. Al año regresé la casita al gobierno de Chihuahua, me regresaron $3000 pesos, algún astuto trabajador del gobierno se apropió de las casitas y las puso a su nombre. Yo admiraba a las que vivían solas, yo podía vivir sola pero debería compartir, sí, siempre compartir, mi cuerpo colectivo, mi preocupación por las de mi casa, las de mi ciudad, ¡receptoras de emociones y conductas tóxicas! Todas habíamos sido creadas para filtrar la podredumbre, nos convertimos en eso, ¡rico, rico! No se la acaban. Ponernos en cuartos compartidos hacía en trabajo del reino mucho más fácil. ¡Si vives sola eres puta! Rentamos casa en la Calle Costa Rica, ¡bonita! Sí. Dormimos en el piso y con el primer sueldo de la maquila compramos camas, "dos, solo dos, no hay nacesidad de más", dijo mi hermana. ¿Y qué si yo quiero mi cama? ¡Joder! Por fin llegó el día, compramos casa entre todos, mi hermano incluido. Para colmo, mi hermano llevó a la esposa a vivir ahí. !No, ahí se ven!- Grité Yo vivía ahí pero no vivía, me quedaba en todas partes pero no ahí y cuando dormía en alguna cama, mi mente iba a todos lados. Mis padres venían a visitarnos y regresaban a Monclova, por fin disfrutaban su casa para ellos, bueno con les nietes también (jejeje). -Cuando yo muera, nunca te salgas de tu casa, Elodia Le dijo mi padre a mi madre mientras embellecían aquel hogar, jardín, huerto, bonanza que acomodaban para ver a sus hijes regresar. -Yo solo quiero que mis hijas vivian conmigo, ya tienen una recámara cada una, pobres de mis hijas ahí batallando en la vida, esta es su casa Mi mamá murió esperando que regresaramos a vivir con ella. La casa que compramos en Ciudad Juárez, ah, la casa era celeste, cholos por todos lados, el barrio, mis vecinos asesinados, mis vecinas dolidas, vecinas extraviadas, mis vecinas, hola vecinas, buenas noches vecinas, ¡cuídense mucho hermanas! -Me la desaparecieron, hija, mija. -Ay no, noooooo me diga nada, no quiero sabeeeeeeer. Vamos a buscarlas. Saliamos de día y noche. Salimos. No encontramos. Nos encontramos -Aquí huele a perro muerto, vámonos Adiós al domir, ¿a quién le importan las habitaciones y formar hogar en medio de esto? ¿Qué es hacer hogar? ¿Terminar muerta, asesinada? Hell no! Vámonos a la fiesta, Juárez de noche. Las camas por todos lados, ¡tu casa es mi casa! SIN DUDA. SEXO, BAILE, MÁS BAILE, MÁS SEXO. Algunas supimos como manejarlo, otras no. Ahí había que trabajar, estudiar, divertirse. Los colchones eran de todas. Mi hogar era mi trabajo, la escuela, los bares, las calles, toda la ciudad entera. Mi novio me llevaba a moteles, los recorrimos casi todos, (jejejej). Después huyó porque supo que a mi me gustaba besuquerme con mujeres en los coches. Hasta Ciudad Juárez llegó el famoso armenio, mi marido oficial de finales de los noventas. Ahí va, cuando mi novio decidió que yo era una mujer muy loca, se fue con otra, después de proponerme matrimonio dijo que siempre no, se fue, se casó. Yo corrí a Los Ángeles California, L.A is the place, dijo mi hermana. Y sí que lo era. Ahí finalemte renté mi espacio, SOLA, sí, en el edificio Gaylord Place sobre la calle Willshe, OH MY LORD! Sexto piso, durmiendo en el piso, trabajé de mesera, bailarina, compré coche y computadora, regresé a Jz a terminar mi licenciatura. Alguien habia puesto el ojo encima de mí, el armenio, mi armenio. Él y yo no tomamos la vida tan en serio, no compramos muebles, él quería hogar, yo no sabía que era eso, bueno sí sabía, eso eso que formas para sufrir, es eso que te duele mucho. NO GRACIAS Regresé a Juárez, viví en varios departamentos, ahora sí, sola, siempre buscando trabajo, casa, y sexo. Siempre tuve eso. Iba y venía, cruzaba todas las fronteras. Los muebles eran lo de menos, regalaba o dejaba mis pertenencias, ¡no problem¡ Si quería "hogar" mi mamá no rajaba leña, ella era todo, todo, todo para mí. Ella me hizo libertina, libre, yo solo tenía que verla una o dos veces por año o llamarle una vez por semana para sentirme plena, llena, chula, bonita, feliz, emocionada, ¡ay mamita, ya sabías que con tan solo verte mi alma era feliz! Esas visitas me preparaban para enfrentar el mundo y para no querer formar ningún hogar, yo ya lo había vivido ahí, ¡qué pena que no fue eterno! ¡qué pena que mis padres no fueron eternos! ¡Fueron perfectos! Se los juro, habitaciones para el alma. 2000-2010

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