El hombre en la banca

-Fue  cuestión de juegos-
Esta mañana, después de pasar cinco días recostado en la banca del parque; un hombre, blanco, de estatura alta, complexión mediana, barba cerrada, ojos verdes, mirada redentora; me dijo, dijo, y continúa diciendo -fue  cuestión de juegos-. Qué te pasó, ¿por qué terminaste aquí, en las calles?. Le pregunté al momento que le entregaba una taza de café con leche y un pan con mermelada de cacahuate. -Is a long story-. Well, let me get my own cup of coffe and you can begin your story. Regresé a casa, preparé el café, miré el inventario de cobijas, solo tenía 3 pero él no tenía ninguna. Recordé que él temblaba de frío. Tomé mi cobija preferida, se la regalé. Él decidió callar. No supe sus razones, ni me anticipé averiguarlas. Al siguiente día me asomé por la ventana, él hombre seguía ahí, recostado en la banca, ahora cubierto con una cobija -habré hecho bien, ya se puso cómodo, ¿habré interferido en su karma?. Qué karma ni que nada, me interesa el aquí y el ahora, el altruismo; recordé a mi buen amigo Marrito que decía - no enseñes al hombre a pescar, dale el puto pez, chingado, y después averiguas-. El hombre necesita alimento, platicar, ¿pero quién soy yo para decir qué necesita el hombre?. Me limitaré a llevarle alimento. Y así fue. Uno de esos días el hombre habló. -It is over, it is over-. - Vas seguir aquí o quieres que te lleve al albergue, cualquier cosa que hayas hecho, creo que ya tuviste varios días para reflexionar, te has castigado lo suficiente durmiendo en esta banca-. No, wait, my husband will come and get me tomorrow, for sure-. Bien, entonces, esperemos que vengan por ti mañana. Ya sabía que era asunto sentimental. -¿Te corrieron de la casa, verdad?- El hombre soltó la carcajada. Prefirió no continuar hablando. Se veía saludable, entero. -Mira, no sé exactamente tu caso pero no debe ser fácil vivir en las calles; en realidad depende de cómo lo tomes. Buda estuvo en las calles, lejos de su familia hasta que alcanzó la iluminación, pero no somos Buda, podemos serlo pero no queremos, podemos ser Jesucristo también-. El hombre guardaba silencio, su mirada penetró mi corazón; él removió el gorro, me mostró su rostro entero. No sufría, ni cuenta se daba de estar orinado, sucio, mal oliente. Yo sufría al verlo, intenté no entrar al pasadizo del llanto, pero mis fuerzas me abandonaron. Decidí volver a casa, su aroma se había pegado hasta que accionara removerlo. Abrí mi sudadera e inhalé mis propios olores, tal vez, así, el abandono del hombre sobre mí, se mezclaría con mis miserias. Nada de eso sucedió. -Necesito deshacerme de esto, ¿por qué nadie voltea a ver al hombre? La gente pasa, los perros lo orinan, el guardia lo regaña. No lo han movido de ahí. Dice que odia el albergue porque no es un pordiosero. No se da cuenta. Lleva casi varios días bajo el árbol y casi nadie lo nota. -It was a gamboling thing-. Qué quieres decir con eso. You will know when the time comes-. Pues espero comprender pronto, asumo que estás absorbiendo los efectos de las acciones de tu gente blanca que jugó, hizo trampa, violentó, ahora debe pedir perdón y reparar el mal que le hizo al mundo. -May be-. Alzó los hombros, y se volvió a recostar - Vamos, vamos, debes levantarte, vamos, camina, el día es hermoso, hay que agradecer el hecho de tener cuerpo, es complicado mantenerlo saludable, vivo, es un misterio y tú lo has resuelto, sigues vivo, saludable, ¿qué no ves?.
Camino a mi casa pensé en mis intentos de reanimar a los deprimidos, había pasado años, intentando explicar la diferencia entre la sonrisa amarga y la dulce, la risa que quiere llorar y atrapa -Qué tonta soy, como se me ocurre pensar de esa forma, no importa el color, blanco, negro, amarillo, café, pero no, no debo neutralizarme, los blancos han hecho daño y la rueda del samsara tienen sus reglas. No es venganza pero dicen que todo lo que sube baja. ¿Y el amor y la compasión?. ¿Si hubiera sido un negro o un mexicano, lo estaría ayudando con devoción? Y encima de todo es homosexual, what a fuck! Tan guapo y yo tan sola. Ja-. Ensimismada, aspiré profundamente mi propio olor, rancio, el de mis ideas.
Corría el séptimo día, ahora el hombre tenía nombre, Raley, esta vez habló:
-I transfer my money to J, he gambled it, he told me to be here until hell frozens over!
- ¿Por qué te diría eso? Pues ya se está congelando tu infierno, hace frío aquí. Y el trasero que se va a congelar es el de él, jajaja.
Raley reía en la dulzura de la posible venganza. Me recordó el primer acto de Las bodas de Fígaro -la venganza es un placer de sabios-. Ahí estaba él, sabiamente recostado en una banca, esperando que el aire le trajera su destino, había decidido escapar de su rutina, me confesó que por espacios no sabía exactamente dónde estaba. Se había movido lo suficiente en su vida, es ingeniero, dijo que había trabajado muy duro, que estaba cansado de andar acelerado. Ahora, contemplaba el día como lo hacen los Rarámuris, no tenía razón para competir, ni estar enfadado. Su amante las pagaría tarde o temprano, ese ya no era su problema. -I have no problems, my dear, thank you for your goods deeds
-I smell bad, I need to take a shower, you know what, él me propuso matrimonio, ahora me abandona-
¿No te habías percatado que llevas varios días sin bañarte? What an asshole, your husband-
Esta mañana le serví el café más caliente que los días anteriores, medio lo rechazó porque estaba esperando que el infierno se congelara, cuando eso sucediese, su esposo iba a regresar. Sacó su cartera, mostró su identidad, su historia era verdadera. ¿Qué realmente le pasaba a Raley? ¿Por qué había decidido dormir en la banca de la biblioteca pública?.
-¿Te quieres liberar?
-No, no sé. Ni me importa.
Cerró los ojos, se cubrió con la cobija que le había regalado, volvió a la banca. Había decidido salir del juego, hasta nuevo aviso. Continuará (...)


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