Guillermo Samperio. (Pretextos)
Querido Guillermo:
La noticia de tu fallecimiento me tomó por sorpresa; quedé en llamarte, lo sé. No lo hice pensando que siempre te tendría ahí, en el espacio donde solíamos conversar. En cuanto supe la noticia de tu muerte marqué desesperada al número que me diste, sin éxito. ¿Sabes?.
En varias ocasiones mencionaste que te sentías muy enfermo, sin embargo te dabas a la tarea de escribir cuentos breves con la sola intención de escribir, escribir, escribir.
Siento mucho no haber leído atentamente los que me enviaste, pensar que inspiré entrañables letras me construye. Te veré en mis sueños para ensartar la primer hilada del cuento que te debo.
Todavía recuerdo la tarde-noche de agosto cuando llegaste a Ciudad Juárez y me invitaron al Kentucky Bar, dije que no, después, te encontré en una lectura, a lo lejos, y cuando iniciamos la charla, tuve la sensación de que SIEMPRE habías estado ahí, y así es, así fue.
Anoche el teléfono rojo insistía en que te marcara, a cambio, te escribo sin llenarte la respuesta de pretextos como aquella mañana que me reclamaste, y yo te dije que esto, que lo otro, que blah blah blah...Luego partiste.
Tu mensaje del 21 de abril arrancó una sonrisa y la certeza de reconocerte. Regresé a leer los cuentos que me enviaste. Gracias.
La noticia de tu fallecimiento me tomó por sorpresa; quedé en llamarte, lo sé. No lo hice pensando que siempre te tendría ahí, en el espacio donde solíamos conversar. En cuanto supe la noticia de tu muerte marqué desesperada al número que me diste, sin éxito. ¿Sabes?.
En varias ocasiones mencionaste que te sentías muy enfermo, sin embargo te dabas a la tarea de escribir cuentos breves con la sola intención de escribir, escribir, escribir.
Siento mucho no haber leído atentamente los que me enviaste, pensar que inspiré entrañables letras me construye. Te veré en mis sueños para ensartar la primer hilada del cuento que te debo.
Todavía recuerdo la tarde-noche de agosto cuando llegaste a Ciudad Juárez y me invitaron al Kentucky Bar, dije que no, después, te encontré en una lectura, a lo lejos, y cuando iniciamos la charla, tuve la sensación de que SIEMPRE habías estado ahí, y así es, así fue.
Anoche el teléfono rojo insistía en que te marcara, a cambio, te escribo sin llenarte la respuesta de pretextos como aquella mañana que me reclamaste, y yo te dije que esto, que lo otro, que blah blah blah...Luego partiste.
Otro
abrazo para ti, Nena...
21 DE ABRIL DE 2016 13:04
Yaneth
querida: Estoy descubriendo que lo que tienes
es un cono enorme de silencio, con un cuerno lleno de lo sin nada. Guillermo
Samperio
Tu mensaje del 21 de abril arrancó una sonrisa y la certeza de reconocerte. Regresé a leer los cuentos que me enviaste. Gracias.
Te
mando, linda Hilda, un cuento, con Cariño. Guillóm Samperio "La luna"
por Guillermo Samperio Las estrellas son pensamientos amarillos de la luna. La
cama de la luna es una langosta albina. La luna tiene los ojos negros. La
superficie de la luna está cubierta de leche en polvo. Sobre el piso de la
banqueta una luna de gis termina de ser dibujada por un niño. La media luna de
tu hombro. En la luna del espejo tu imagen mece a una fastuosa luna. Nuestro
beso forma dos lunas encontradas. La copa del árbol y la luna se miran cara a
cara. En el fondo turbio del lago hay una luna negra. Luna de palo de rosa. La
mirada de la luna es introspectiva. Luna de cartón y barco de papel. Estoy
lunático por ti. Bajo la noche lúnula, en la última duna, se ven las siluetas
de los camellos. Los ríos son las voces de la luna. El guante de la luna en
cuarto menguante no es guante. Algunas noches, entre nubarrones inciertos, la
luna es un conejo acurrucado. Después de la expansión máxima de la luna llena,
casi podemos verla en nuestros ojos. En noches de tribulación, sobre el mar
encrespado la luna está quebrada. Los lunáticos llevan una estrella en la
cimitarra de su desesperación. Entran aquí dos lunas de octubre. De lejos, la
luna parece el brinco de un gato lechoso. Junto a la luna en cuarto creciente
pasa, levitando, un hombre de bombín sobre un triciclo en cuyas ruedas giran
aspas de hélice. Luna de piedra clara de río. Lucía en la oscuridad la luna
maya y la tojolobal y la navajo. La luna sale de la cabeza reflexiva de la
vaca. El valiente trae en la cintura una luna recién afilada. La gente se
enamora de las lunáticas. Sin la luna es como si no hubiera habido noche. La
luna es la sonrisa de la noche. No siempre la luna trae su gorro de dormir.
Aunque yo no la mire, la luna me observa. Se pinta los labios de carmín y
chapas de polvo de amapola. La luna husmea por una rendija del cortinaje. La
luna es negra cuando la noche amanece como el día. La luna usa zapatos te tacón
rojos. La luna está pintada con hojas de alcatraces. La luna está tejida con
punto de cruz sobre la tela negra del cosmos. La luna es madre de los que
duermen, mientras ella cruza la noche. Es todavía más madre de los que no
duermen.
04/08/2014 7:42
Qué
hermoso cuento. Gracias y muy buen día
23/08/2014 20:01
"De
lo intangible" por Guillermo Samperio Te sigo recordando y no sólo eso,
sino que que parte de ti vive en mí. Ya han pasado tantos años que es, para mí,
una costumbre que andes de aquí para allá dentro de mi alma a cualquier hora
del día o de la noche, sin despreciar a la tarde. Eso es ya vivir con una
persona dentro de mí y nunca me imaginé que sería una maravilla, ya que las
maravillas están como si no estuvieran. Es algo que entiendo pero en ocasiones
no comprendo. Solo dejo que vivas en mí como si te hubieras convertido en una
segunda alma dentro de mi estar siendo. Ya no me sorprende verte pasar por la
zona izquierda de mi pecho; subes un piso y ya estás, andando de aquí para
allá, en mi alma y, desde luego, en mi cuerpo mismo, incluido el corazón y mi
manera de respirar hasta cuando camino por la calle.
24/08/2014 6:37
Me
encantó
24/08/2014 11:07
Veo
que te estás preparando para el próximo encuentro literario. Te deseo la mejor
de las suertes. Yu Guillóm
25/08/2014 10:17
YAMATAKA
Hola Guillermo. Jajaja. Lindo mensaje.
YAMATAKA