Vino a decirme que moriría
Mientras Los Nocturnos vino a decirme que moriría. Fui a ver a Trump, el recién electo presidente. Aventaba un chat de tequila en su rostro, a la par le decía, why against Mexicans, why? Do not you see, we are happy people, we are cosmic race, we do not need you. Entonces, ella me miró, era la muerte, pero la muerte de verdad, con el hacha y toda la cosa. Negra de cosas que no quieres decirte a ti mismo. Luego se fue, solo ocurrió la memoria pasada, la de la heroína que salvara a México desde Ciudad Juárez, ¿saben?. No hay sabor aquí desde que perdí a mis padres, desde que perdí a mis hijos en dos abortos, desde que supe qué es la envidia, desde que la vida me puso enfrente a los sicarios, luego a los asalta autos, ¿vida?. Podría mencionarte algunas cosas, como que te saltan ratas del rostro y tu sonrisa huele a fama pasada. A persona espectacular que ya no pega. Eso eres Trump, eres tan impredecible que predigo la indiferencia. Mira: Yo veo una foto mía aventándote un tequila, y tú te ves en la presidencia de EU dando órdenes absurdas, ¿cuál de los dos se cansará primero? No voy a caer en el juego de la noria, donde los lazos se lanzaban hasta tocar el agua, luego las alimañas, luego subir el contenedor de madera y probar un poco, un poco de la frescura del pozo. No, no hay frescura en ti, eres viejo apestoso, ¿no te hueles?. Recorres las mismas sendas y ya todos/as estuvimos contigo, o tu estuviste con nosotras. Ni siquiera puedo verte porque ere blanco, rojizo del cuello cuando te muestro mi indiferencia. Él vino a decirme que moría, ¿cuándo? No se sabe aún, todos vamos a morir. Seguro.