Qué hay en el silencio
Confieso que últimamente he tomado un gusto apasionado por leer a las feministas, ahí, en sus páginas encuentro el pensamiento , todas ellas son mujeres que en su momento valientemente aceptaron que vivían en un infierno, no todas terminaron divorciadas o peleadas con el mundo, la transformación fue interior mientras politizaban su lugar afuera. Afortunadamente internet nos facilita las cosas y hablando con Francesca Gargallo, por inbox, me informa que no cobra derechos reservados ni los reclama. Le dije que así pensaba yo cuando inicié la escritura de Mujeres cósmicas, para entonces no sabía que estaba llevando a cabo una especie de ejercicio auto etnográfico, te abres a la comunidad, y absorbes las experiencias afuera para luego escribirlas en un formato que consideras novedoso u original. De hecho al principio usé el seudónimo Kochitta Rokó que significa ver entre sueños de noche porque me parecía soberbio decir que lo escrito solo salía de mí, eso no es cierto, nada de lo que se escribe en formato de ficción sale del YO, es una suerte de interconexión a otras fuentes y voces que al final forman parte tuya y de todos.
Cuando hube terminado solté el libro a mis amigas de aquel tiempo, luego a la red, luego a los escritores/as, luego a mi Ciudad Juárez y al mundo ¿por qué no?. Fue entonces cuando supe que yo, la que escribe, continuaba abierta, las heridas propias y de extrañas se me incrustaron por el cuerpo, males similares que poseían a otras/os, supe que entraban en pequeños remolinos por los costados y por encima de los hombros. Regresé cuantas veces me fue posible a cambiar, modificar, editar contenidos del libro. Recuerdo que en la última modificación odiaba a los comentaristas del libro, me di cuenta, había entrado en La historia interminable de Michael Ende cuando convertía a Lucy en Falkor el dragón blanco de la suerte, entre más penetraba mi alma Mujeres cósmicas, más extraña me parecía la realidad; estuve incapacitada para hilar discurso "coherente" por casi cuatro años, la novela me tenía atrapada y a pesar de ello entré a estudiar un doctorado donde los matices de Lucy me acosaban al menor intento de escribir un ensayo. Lo interesante del asunto es que descubrí que el diálogo interno suele agotarse cuando entras al silencio total en la meditación, ahí no hay palabras, ni imágenes, ni sonido. Vacío. Vasos. Peligrosos vacíos que pueden llenarse de veneno al entrar a la corriente de las corrientes. No. No. No. El silencio es el más peligroso de todos los esquemas conocido por estos rumbos. En el silencio hay represión, es ahí donde se construye el mundo lingüístico que conocemos, conoce perfectamente el rol de género y baja cual divinidad masculina a reinar en la tierra. Ellas no se dicen nada la una a la otra, no se nombran, no se citan, no se reconocen, se eliminan, se bloquean, no se valoran, como si no existieran y cuando el vaso se llena de liberación ellas, se desprestigian o se borran. A mí me pasó, cuando subí a la red la primer publicación de Mujeres cósmicas, M V lanzó toda clase de calumnias en mi contra, bromas, mofas, chistes, chismes destinados a ella destacar a mis costillas y ¿quién era yo si apenas me había lanzado a buscar mi voz?. Afortunadamente yo no era afecta a las redes sociales en aquel tiempo, entonces, me enteré tarde o a tiempo, no lo sé. Yo había avanzado en la escritura de otras dos novelas, su veneno no alcanzó a acidar mi búsqueda por mi identidad como mujer y escritora. Cuando me enteré solo sentí tristeza, no podía creer que mi amiga se había instalado a sí misma como enemiga, era su problema no el mío, intenté leer sus comentarios como una especie de retroalimentación pero no lo logré, nada estaba claro, intenté hablar con ella, entrar al diálogo porque la amistad era lo más valioso para mí, nada de nada, me acusaba de acosadora al menor intento del diálogo, jamás me quiso ver a los ojos, entonces, dudé de mí ahí, queriendo defender lo indefendible, el cinismo se acomodaba en los lapsos del silencio porque no consideré importante responder, ¿para qué? La traición era clara y no necesitamos más de lo mismo; dice Clara Rojas que dice Žižek que "el sujeto cínico está perfectamente consciente de la distancia entre la máscara ideológica y la realidad social, pero igual insiste en la máscara. La razón cínica no es ingenua, sino que es una paradoja de una falsa consciencia ilustrada". MV fue la ilustradora de la primer portada de la novela Mujeres cósmicas, una gran ilustración, sin duda, si no es porque en el fondo se escondía la locura del cinismo. No iba a permitir que una caricatura representara, Mujeres cósmicas es todo lo que se les ocurra MENOS cinismo, ahí no hay eso, la narradora logra salvarse y los invita a soñar, soñar otra vez. La primer mujer en salvarse de su propio cinismo fui yo, amo las figuras retóricas pero cada una en su lugar y su momento. Agradezco el hecho de que ella haya decidido alejarse de mí. No he sabido mucho de la ilustradora porque no sé que rollo con su show y sus fanatismo hacia mí. Luego la ignorancia vuelve a aparecer justo después de haberme escrito una reseña de Mujeres cósmicas que luego borró, ¡ahí otra vez! Una mujer que borra la obra de otra mujer, ¿por qué?. Clara Rojas continúa diciendo"defino retórica del silencio y la voz como un discurso persuasivo e intencional ejercido por quienes detentan el poder, como una retórica del menosprecio o práctica retórica significante hegemónica, que se sustenta en actos de devaluar, minimizar o borrar simbólicamente a quienes resulten amenazantes o a quienes se consideren inferiores, no dignos de atención".
Pues bien, han demostrado que prefieren la máscara de la cínica. Allá cada una con la identidad que elija.
¿Por qué reclamo que se respeten los derechos reservados de la obra Mujeres cósmicas? Sencillo, Ciudad Juárez es un cuerpo violentado, las heridas aún no sanan y mientras eso sucede una no puede correr el riesgo de que su propia voz le sea arrebatada, borrada violentamente para que luego se quede en el silencio. ¡No me vengan con eso en esto tiempos! DESPIERTEN.
Cuando hube terminado solté el libro a mis amigas de aquel tiempo, luego a la red, luego a los escritores/as, luego a mi Ciudad Juárez y al mundo ¿por qué no?. Fue entonces cuando supe que yo, la que escribe, continuaba abierta, las heridas propias y de extrañas se me incrustaron por el cuerpo, males similares que poseían a otras/os, supe que entraban en pequeños remolinos por los costados y por encima de los hombros. Regresé cuantas veces me fue posible a cambiar, modificar, editar contenidos del libro. Recuerdo que en la última modificación odiaba a los comentaristas del libro, me di cuenta, había entrado en La historia interminable de Michael Ende cuando convertía a Lucy en Falkor el dragón blanco de la suerte, entre más penetraba mi alma Mujeres cósmicas, más extraña me parecía la realidad; estuve incapacitada para hilar discurso "coherente" por casi cuatro años, la novela me tenía atrapada y a pesar de ello entré a estudiar un doctorado donde los matices de Lucy me acosaban al menor intento de escribir un ensayo. Lo interesante del asunto es que descubrí que el diálogo interno suele agotarse cuando entras al silencio total en la meditación, ahí no hay palabras, ni imágenes, ni sonido. Vacío. Vasos. Peligrosos vacíos que pueden llenarse de veneno al entrar a la corriente de las corrientes. No. No. No. El silencio es el más peligroso de todos los esquemas conocido por estos rumbos. En el silencio hay represión, es ahí donde se construye el mundo lingüístico que conocemos, conoce perfectamente el rol de género y baja cual divinidad masculina a reinar en la tierra. Ellas no se dicen nada la una a la otra, no se nombran, no se citan, no se reconocen, se eliminan, se bloquean, no se valoran, como si no existieran y cuando el vaso se llena de liberación ellas, se desprestigian o se borran. A mí me pasó, cuando subí a la red la primer publicación de Mujeres cósmicas, M V lanzó toda clase de calumnias en mi contra, bromas, mofas, chistes, chismes destinados a ella destacar a mis costillas y ¿quién era yo si apenas me había lanzado a buscar mi voz?. Afortunadamente yo no era afecta a las redes sociales en aquel tiempo, entonces, me enteré tarde o a tiempo, no lo sé. Yo había avanzado en la escritura de otras dos novelas, su veneno no alcanzó a acidar mi búsqueda por mi identidad como mujer y escritora. Cuando me enteré solo sentí tristeza, no podía creer que mi amiga se había instalado a sí misma como enemiga, era su problema no el mío, intenté leer sus comentarios como una especie de retroalimentación pero no lo logré, nada estaba claro, intenté hablar con ella, entrar al diálogo porque la amistad era lo más valioso para mí, nada de nada, me acusaba de acosadora al menor intento del diálogo, jamás me quiso ver a los ojos, entonces, dudé de mí ahí, queriendo defender lo indefendible, el cinismo se acomodaba en los lapsos del silencio porque no consideré importante responder, ¿para qué? La traición era clara y no necesitamos más de lo mismo; dice Clara Rojas que dice Žižek que "el sujeto cínico está perfectamente consciente de la distancia entre la máscara ideológica y la realidad social, pero igual insiste en la máscara. La razón cínica no es ingenua, sino que es una paradoja de una falsa consciencia ilustrada". MV fue la ilustradora de la primer portada de la novela Mujeres cósmicas, una gran ilustración, sin duda, si no es porque en el fondo se escondía la locura del cinismo. No iba a permitir que una caricatura representara, Mujeres cósmicas es todo lo que se les ocurra MENOS cinismo, ahí no hay eso, la narradora logra salvarse y los invita a soñar, soñar otra vez. La primer mujer en salvarse de su propio cinismo fui yo, amo las figuras retóricas pero cada una en su lugar y su momento. Agradezco el hecho de que ella haya decidido alejarse de mí. No he sabido mucho de la ilustradora porque no sé que rollo con su show y sus fanatismo hacia mí. Luego la ignorancia vuelve a aparecer justo después de haberme escrito una reseña de Mujeres cósmicas que luego borró, ¡ahí otra vez! Una mujer que borra la obra de otra mujer, ¿por qué?. Clara Rojas continúa diciendo"defino retórica del silencio y la voz como un discurso persuasivo e intencional ejercido por quienes detentan el poder, como una retórica del menosprecio o práctica retórica significante hegemónica, que se sustenta en actos de devaluar, minimizar o borrar simbólicamente a quienes resulten amenazantes o a quienes se consideren inferiores, no dignos de atención".
Pues bien, han demostrado que prefieren la máscara de la cínica. Allá cada una con la identidad que elija.
¿Por qué reclamo que se respeten los derechos reservados de la obra Mujeres cósmicas? Sencillo, Ciudad Juárez es un cuerpo violentado, las heridas aún no sanan y mientras eso sucede una no puede correr el riesgo de que su propia voz le sea arrebatada, borrada violentamente para que luego se quede en el silencio. ¡No me vengan con eso en esto tiempos! DESPIERTEN.