El tendedero de la abuela
El tendedero de la abuela.
El tendedero de
la abuela no es como cualquier tendedero, tiene cinco mantillas que
pertenecieron a sus primeros cinco hijos. Antes no existían pañales desechables
y las personas usaban una y otra y otra vez la misma mantilla para mantener
limpios a los bebés. A la abuela se le ocurrió la idea de dibujar un cuento por
mantilla; las mantillas van en la quinta generación; además, el tendedero es
mágico. ¿Sabes por qué es mágico? Adivina.
El tendedero se mueve con el tiempo, sueña, dibuja, lee,
escribe y avanza.
Primer mantilla (Hoja de
Ruta)
Diego es un niño
que vive en la calle Granjero en Ciudad Juárez. Una noche Diego soñó leer en el
transporte público, cosa rara, las personas no ponían atención; enojado bajó del transporte y se fue rumbo a la Plaza de la Mexicanidad. En los
cuadernos que llevaban en la mano la maestra le anotó una X roja. Diego estaba
triste y cansado, se sentó a la sombra de la X y de pronto una mujer gigante de
velo azul, se apareció– ¿sabes porqué las personas no ponen atención cuando
lees en el transporte público?-.
-Porque no soy
nadie, ni valgo, ni soy famoso, por eso-.
–No, no, no,
Diego, tú eres un niño de 10 años con un futuro brillante pero lees muy bajito
y la gente no te escucha, la próxima vez debes alzar la voz, así-.
En ese momento la
gigante lo cargó, le mostró a las personas que muy pronto lo escucharían, le
entregó un borrador que tenía el poder de transformar la X roja en una paloma
verde.
Diego feliz, reía
pero la risa le duró poco; pegó un brinco de la cama al escuchar la alarma del
despertador. Los gritos de su mamá lo despertaron.
-Diego, Diego, es
domingo vamos a la bibloteca Hoja de Ruta, luego a leer al transporte público,
será un domingo provechoso.
Segunda mantilla (La niña
del tren).
Tal vez porque
Sofía vivía cerca del ferrocarril extrañaba el sonido del tren cuando se mudó
al Paso, Tx. El primer día de escuela las cosas le parecían moverse al revés.
La maestra le hablaba español, igual, ponía palabras en inglés dentro de las
oraciones y cambiaba el orden de las frases. La voz de su maestra se pegó en la
memoria. Sofía pasó las tardes recordando las frases, las lecciones y cuando
grande quiso ser como la maestra. De pronto se vio en la entrada principal de
Tornillo Elementary School, caminó lentamente por los pasillos, vio dibujos
animados, libros colgados en la pared. Sacudió la cabeza pensando que estaba en
un sueño, ella llevaba una linterna en la mano izquierda y una pluma en la mano
derecha. Llegó a su salón e intentó sentarse en su pequeña sillita, vio que su
cuerpo había crecido. Los niños le llamaron maestra, así es que, Sofía se fue
directo al escritorio, encendió la lámpara para iluminar el salón que estaba a
oscuras. Levantó su pluma y dijo –hoy vamos a aprender a escribir relatos,
combinaremos dos idiomas, inglés y español. La primera instrucción es que el
personaje principal llevará su nombre completo, debe conservar la ortografía
orginal, el apellido de su padre y el de su madre; levanten la pluma, acerquen su mano izquierda
y júntenlas arriba diciendo su nombre completo en voz alta seguido de la orden,
¡dime cómo quieres que sea tu historia! Repitan su nombre completo una vez más
y escriban al fluir de la consciencia-.
El sonido del
tren despertó a Sofía, se levantó pensando que aún vivía en Ciudad Juárez en la
calle Ferrocarril, sacudió sus manos y atrapó el recuerdo hermoso de su
infancia, recordó que hacía muchos años su maestra le enseñó a escribir una
historia sobre su destino. Sabía exactamente qué enseñaría a sus alumnos el día
de hoy.
Tercera mantilla (El niño
que dominaba la serpiente).
A Roque le gusta
treparse a los árboles, ahí avienta los juguetes que ya no usa, así es que,
pasado el tiempo el árbol parece de Navidad, tiene muchos colores. Una
tarde su mamá le ordenó bajar los juguetes
viejos, el otoño se acerca y las hojas caerán pronto. El árbol quedaría desnudo
y los juguetes no tendrán cobijo. Roque empezó por la parte más alta del árbol,
vio un trenecito que hacía mucho tiempo no veía, vio un planetario que su papá
compró en un viaje a Buenos Aires, vio
unas tijeras que su maestra le había regalado, de pronto, de pronto,
estiró la mano y sintió que el juguete se movía. Oh no, no, era una serpiente
que crecía, el miedo de Roque aumentó. La serpiente habló – Roque, me voy a
comer tus manos y tus pies-. Roque abrió lo ojos, sus juguetes salieron volando
se treparon a una nube, tenían miedo. Vio a la serpiente a los ojos, y
tranquilamente dijo –No eres de verdad, no te tengo miedo, de seguro estoy en
un sueño-.
Cuando Roque dijo
ésas palabras, ¿qué creen? La serpiente se fue haciendo chiquita, tan chiquita
que desapareció. Roque bajó del árbol y lo vio limpio, limpio. Sus juguetes se
habían ido,-ah juguetes miedosos- pensó Roque.
Cuarta mantilla (Aura y
Oruga).
Cada mañana Alán
y Aura salían a caminar a la montaña del
Perro Perdido. Un buen día Alán decidió preparar un ramo de flores silvestres.
Aura ayudó a abrir el camino hacia las flores más hermosas. Mientras caminaba
escuchó un lamento, era el de Oruga que
se quejaba porque se llevaban las
flores. Aura detuvo el paso y fue hacia Oruga que dio un brinco a su nariz.
Aura sacudió la cabeza y Oruga cayó al suelo, se perdió entre las flores.
Cuando Alán regresó a casa puso el ramo de flores en el centro de la mesa y le ordenó a Aura
cuidar de las flores y la casa.
-Aura, cuida la
casa, cuida las flores. Iré a traer un recipiente para ponerlas en agua.
Aura ahora no
solo tendría que cuidar la casa, también las flores. De entre las flores notó
algo extraño. -Oh no, Oruga vino entre las flores, ¿qué hago? ¿qué hago?.
Aura corría dando
vueltas mordiéndose la cola porque no sabía qué hacer con Oruga. Se le ocurrió
invitar a Oruga al patio de la casa, ahí había
plantas desérticas con flores de
suaves pétalos; no eran silvestres pero Oruga se sentiría bien ahí.
-Oruga, Oruga,
ven monta mi nariz, te llevo al patio.
Oruga saltó a la
nariz de Aura y ésta la llevó al patio. Las dos fueron grandes amigas. Cada vez
que Oruga quería trasladarse a otro espacio, llamaba a Aura. Las dos se
divertían mucho. De pronto Aura no encontró a Oruga. La buscó y la buscó y la buscó.
Muy triste Aura olfatea entre las flores. Oruga le habla a las orejas de perra,
volaba feliz porque no tendría que arrastrarse,
era mariposa, hermosa mariposa color azul. Oruga abría los caminos de
Aura hacia nuevas aventuras. Volaba, e invitó a Aura a dar un paseo por las
nubes.
Quinta mantilla (Ila
Aguirre).
Hace mucho tiempo
existió un planeta situado en medio de la luna y el sol, una niña que recorría
los caminos en bicicleta después de escuchar esta hisotria decidió que el sol y
la luna deberían estar juntos para siempre. –Ila Aguirre, Ila Aguirre ven te
contaré, ayúdame a reunirme con mi amada, la luna. Ella y yo estuvimos juntos
al incio de todos los tiempos pero el planeta de donde vienes nos separó, la
encerró en una serpiente y ella se confundió, hablaba en enigmas, me
desconoció. Su cabello se tornó rubio, tan rubio que su rostro palideció, se
convirtió en tirana, mató a las personas que pensaba, eran diferentes. Las
estrellas llegaron a visitarla pero ella estaba distante de su propio corazón.
Las ilusiones que veía en las pantallas de televisión y computadora, le absorbieron
su cerebro, me acusó de ser el culpable de la desgracia humana. Entonces, nos
separamos, y yo, herido, me convertí en guerrero vengativo, destruí el planeta
tierra, tenía celos de la luz de la luna por las noches, nadie merecía su luz,
solo yo. Ah pero qué te cuento, tú qué
sabes, tan solo eres una niña. Gracias Ila Aguirre, gracias por escucharme.
Adiós.
Ila Aguirre
activó el centro de su pecho, ahí estaba el secreto para arreglar los
problemas, tenía un corazón con alas, salió volando a buscar a luna, la
convirtió en escritora, creaba nuevas palabras e historias que los humanos
leían desde el corazón. El sol y la luna estarían juntos para siempre en cada
uno de sus relatos.
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