Obediencia.
Te enseñaron a obedecer, te dijeron que a tus padres, al sacerdote, al maestro no debes decirle lo que piensas. Te enseñaron guardar distancia levantar los brazos y que apenas la punta de tus dedos rozara la espalda de tu compañero de enfrente. Al director de la escuela deberías reverenciarlo. Te obligaron escribir discursos a las autoridades, discursos que no saltaran la norma.
A los políticos hay que hacerles la barba y de pronto te percataste que traías el filero en la mano, la navaja, y ¿qué crees? Nadie, absolutamente nadie te enseñó del auténtico político/a, la que piensa antes de hablar, la altruista, la que va a la escuela y se hace en las calles, se lleva a la oficina, busca consensos, piensa en sus semejantes, los beneficia. No, al contrario te enseñaron hacer de la política un lucrativo negocio, te mueres por estar ahí y te asqueas al verte dentro, luego coqueteas, sueñas, te ilusionas gastas lo que no te pertenece. Es tu sombra, has convertido a la política en la sombra alargada que anhela, desea, y te sigue perezosa. Ha logrado ahogar tu alma.
Perdona; eras joven y saltaste a asaltar, estabas harto, harto de ver la locura en los que se dicen cuerdos. Fuiste testigo de la obviedad del teatro; televisa brincó de la ficción y el guión podía ser fácilmente manipulado, las actrices, los actores se convertían en tus líderes; el puntito blanco que se veía cuando apagabas la antigua tv se fue haciendo grande, una esfera grande donde cabían los gordos de traje, el bufón, los matrimonios doble vida, las candidatas eróticas, los decretos para cumplir sueños sin importar el entorno sonaba fuerte, cada vez más fuerte. Los secretos eran demasiados a veces pesaban. Lo sabías, el pueblo siempre lo supo y no hizo nada; le estaban robando, le contaban el peor de los cuentos, el cuento deforme, retorcido, el que habla en enigmas, se enroscaba, movía la cola y zorreaba, te orinaba y tú volvías a asomar el rostro, estás mojado, apestas.
-No te metas con nadie-. Te advertían y mientras sedaban tu consciencia las sombras saltaban dentro de la esfera, se unían formando la algarabía y al prometedor feto que guiara México.
-Sigue, sigue- el líquido amniótico lo aguanta, faltan más, necesitamos más actrices, actores que sepan llevar bien puestas las máscaras. Hablen, digan. Y que el alma se vaya al closet, a quién le importa saber del alma; póngale candado.
Te enseñaron a obedecer; debes anotar las letras sin sarna, acomoda bien las palabras, lo correcto está en Europa o en el norte. Frústrate, no eres europeo, tampoco gringo mejor éntrale al sarcasmo, funciona, burlarte, ojete; ataca sin parar con la lengua filosa, has logrado que el filero le salga lengua venenosa, logras que unos cuantos se suiciden, logras apagar la mirada alegre de los jóvenes, y casi lo logras con los niños. Eres la sombra, ¿comprendes? Te gusta vernos encabronados, jajajajaja, púdrete, floja. Te ves con el reflejo del sol y de la luna. Pides que te pida que me bendigas. Bendíceme.
Al fin de cuentas a mí me enseñaron a obedecer.
A los políticos hay que hacerles la barba y de pronto te percataste que traías el filero en la mano, la navaja, y ¿qué crees? Nadie, absolutamente nadie te enseñó del auténtico político/a, la que piensa antes de hablar, la altruista, la que va a la escuela y se hace en las calles, se lleva a la oficina, busca consensos, piensa en sus semejantes, los beneficia. No, al contrario te enseñaron hacer de la política un lucrativo negocio, te mueres por estar ahí y te asqueas al verte dentro, luego coqueteas, sueñas, te ilusionas gastas lo que no te pertenece. Es tu sombra, has convertido a la política en la sombra alargada que anhela, desea, y te sigue perezosa. Ha logrado ahogar tu alma.
Perdona; eras joven y saltaste a asaltar, estabas harto, harto de ver la locura en los que se dicen cuerdos. Fuiste testigo de la obviedad del teatro; televisa brincó de la ficción y el guión podía ser fácilmente manipulado, las actrices, los actores se convertían en tus líderes; el puntito blanco que se veía cuando apagabas la antigua tv se fue haciendo grande, una esfera grande donde cabían los gordos de traje, el bufón, los matrimonios doble vida, las candidatas eróticas, los decretos para cumplir sueños sin importar el entorno sonaba fuerte, cada vez más fuerte. Los secretos eran demasiados a veces pesaban. Lo sabías, el pueblo siempre lo supo y no hizo nada; le estaban robando, le contaban el peor de los cuentos, el cuento deforme, retorcido, el que habla en enigmas, se enroscaba, movía la cola y zorreaba, te orinaba y tú volvías a asomar el rostro, estás mojado, apestas.
-No te metas con nadie-. Te advertían y mientras sedaban tu consciencia las sombras saltaban dentro de la esfera, se unían formando la algarabía y al prometedor feto que guiara México.
-Sigue, sigue- el líquido amniótico lo aguanta, faltan más, necesitamos más actrices, actores que sepan llevar bien puestas las máscaras. Hablen, digan. Y que el alma se vaya al closet, a quién le importa saber del alma; póngale candado.
Te enseñaron a obedecer; debes anotar las letras sin sarna, acomoda bien las palabras, lo correcto está en Europa o en el norte. Frústrate, no eres europeo, tampoco gringo mejor éntrale al sarcasmo, funciona, burlarte, ojete; ataca sin parar con la lengua filosa, has logrado que el filero le salga lengua venenosa, logras que unos cuantos se suiciden, logras apagar la mirada alegre de los jóvenes, y casi lo logras con los niños. Eres la sombra, ¿comprendes? Te gusta vernos encabronados, jajajajaja, púdrete, floja. Te ves con el reflejo del sol y de la luna. Pides que te pida que me bendigas. Bendíceme.
Al fin de cuentas a mí me enseñaron a obedecer.