La mariposa y yo



Hablé cien veces con ella, le dije que abriera sus alas pero no escuchó. Apagué el sonidito fastidioso del lente, la dejé ser, la vi bailar, reunirse con otras, la vi encima de las hojas, luego, luego justo cuando ofrecía su apertura al cosmos, en ese instante me levanté. Yo estaba a las orillas del río en San Pancho Nayarit, la quise atrapar con mis manos, la acosé, la perseguí, y se marchó cuando vio mi caída al espantoso lodo. Tuve que limpiar cuidadosamente mis ropas, las lavé con agua corriente y ¿qué creen?, la mariposa volvió, la fotografié como me dio la gana, esta vez sus alas se abrían y cerraban. -creo que se marchó a practicar-, pensé. Ella era mía yo era de ella, el instante nos pertenecía, fuera de eso, la nada.

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