Alma liberada.
Hace tantos años que no te veo, amor.
Anoche volviste empapado de rocío, aceptación y voluntad.
¿Fuiste mi sombra acaso?.
Pensaba morir entre la envidiosa guerra dibujada.
Anoche te toqué entre lo vano de la ofensa
Entre los orificios hacia el infierno aleccionabas,
falso maestro; cierras las angustias confusas
A bocanadas esperaba,
hacía mucho tiempo que no esperaba;
oh, finalmente esperé.
Deseaba en la tierra poner el pie,
anhelaba estrechar tus desconsolados pechos,
tus terrores al descubrirte en mí,
y en tus labios mascullar promesas eternas,
promesas el futuro de la memoria juntos.
Fui dichosa al asentar tus versiones,
te amé, me amabas, lo logramos,
fuimos una.
Tierra y amor.
Desconsolada aventaste mi estampa a tu madre;
culpabas a tus hijas perdidas, culpas, culpo, culpas.
Caminabas resignada
y no puede evitar retratarte,
imaginarte sin descanso,
te pienso cada hora.
Muerdo la bendita constelación nocturna que me llevó a ti,
traje el sabor al día y ahora el aroma traspasa tu pantalla,
me has leído, lo sé.
Continuas nuestra sagrada historia
entre el terreno del temor al amor.
Es solo amor. Es amor.
Comprende, acepta y los dos iremos en paz.
-Sabes bien que la causa del problema eres tú.
-¿De qué me acusas si yo solo quiero ayudarte?
-Rechazo, humillación, traición, esas son mis heridas.
-Quiero tocar tu corazón y llevarlo a mi sueños, allá estará a salvo.
-Fuimos mellizos,
yo había escuchado tu corazón
cuando vivíamos en el vientre de mamá,
de pronto te esfumaste,
te has desvanecido.
A tu ausencia yo chupaba mi dedo gordo,
te seguí escuchando, te veía,
eras una silueta alargada, blanco y negro;
eras una silueta que terminaba en el agua.
Eras mi otra mitad,
cuando te esfumaste me dejaste, tu cerebro, tu corazón
me enseñaste a robarte, robé tu vida, hermana;
robé el plapitar, no, no, no. Libérame. Libre eres, libre soy.
Anoche volviste empapado de rocío, aceptación y voluntad.
¿Fuiste mi sombra acaso?.
Pensaba morir entre la envidiosa guerra dibujada.
Anoche te toqué entre lo vano de la ofensa
Entre los orificios hacia el infierno aleccionabas,
falso maestro; cierras las angustias confusas
A bocanadas esperaba,
hacía mucho tiempo que no esperaba;
oh, finalmente esperé.
Deseaba en la tierra poner el pie,
anhelaba estrechar tus desconsolados pechos,
tus terrores al descubrirte en mí,
y en tus labios mascullar promesas eternas,
promesas el futuro de la memoria juntos.
Fui dichosa al asentar tus versiones,
te amé, me amabas, lo logramos,
fuimos una.
Tierra y amor.
Desconsolada aventaste mi estampa a tu madre;
culpabas a tus hijas perdidas, culpas, culpo, culpas.
Caminabas resignada
y no puede evitar retratarte,
imaginarte sin descanso,
te pienso cada hora.
Muerdo la bendita constelación nocturna que me llevó a ti,
traje el sabor al día y ahora el aroma traspasa tu pantalla,
me has leído, lo sé.
Continuas nuestra sagrada historia
entre el terreno del temor al amor.
Es solo amor. Es amor.
Comprende, acepta y los dos iremos en paz.
-Sabes bien que la causa del problema eres tú.
-¿De qué me acusas si yo solo quiero ayudarte?
-Rechazo, humillación, traición, esas son mis heridas.
-Quiero tocar tu corazón y llevarlo a mi sueños, allá estará a salvo.
-Fuimos mellizos,
yo había escuchado tu corazón
cuando vivíamos en el vientre de mamá,
de pronto te esfumaste,
te has desvanecido.
A tu ausencia yo chupaba mi dedo gordo,
te seguí escuchando, te veía,
eras una silueta alargada, blanco y negro;
eras una silueta que terminaba en el agua.
Eras mi otra mitad,
cuando te esfumaste me dejaste, tu cerebro, tu corazón
me enseñaste a robarte, robé tu vida, hermana;
robé el plapitar, no, no, no. Libérame. Libre eres, libre soy.