Filosa FIL. No hago otra cosa que pensar en la literatura.
Mi mente patriarcal se aferra a recordar las conferencias donde participaron Juan Villoro, escritor mexicano y Daniel Samper periodista colombiano. El primero habló con gran soltura; al parecer daba la impresión de saber a ciencia cierta vida y obra de Juan Sasturain. Yo ya había leído a Juan Villoro, es más debo confesar que sólo estaba esperando su columna para conocer su opinión con respecto a los eventos catastróficos que suceden en México, él piensa justo lo que yo debí haber escrito para mi blog o para El Diario de El Paso; en una palabra le debo a Villoro hacerme floja en la opinología. Dios es redondo, la muestra clara de que la cultura popular se puede refinar en la literatura. Yo, no es que me atreva a compararme en los más mínimo, había escrito Mujeres cósmicas que ven el fútbol, y lo publiqué a lo indie, después le cambié el título, lo acoté; yo no soy aficionada del soccer, debo aclararlo, lo mío fue un encontronazo con la novedad creativa, lo suyo fue el análisis de las masas, el conocimiento exacto del balón pie, lo mío fue el idealismo al internarme a los nuevos programas mexicanos dirigidos al triunfo, lo suyo fue proponer el acontecimiento del juego doble, sucede en la mente y en la cancha. Escribí publiqué Mujeres cósmicas por dos razones: 1 Escribir 2 Para rescatar mi voz, la voz de mujer, la voz perdida entre los golpes, la voz perdida entre las envidias, la voz perdida entre la cobardía, la voz perdida entre la ignorancia y la serpiente.
Para Juan Villoro, dios existe y podría ser esférico; teatro cansado, rodado, masculino, macho, piernudo, peludo y calvo. Alto sin precedente. Juan Villoro me impresionó como hace mucho nada ni nadie lo hacía, fui la monclovita que admiraba a Parchis o el inalcanzable Juan Rulfo, la elite de Octavio Paz, la lejanía de Revueltas y Kaliman meditando. En unas cuantas horas me convertí en la aficionada a los escritores o mejor dicho a la FIL de Guadalajara. Ah, cuánta pasión por la literatura, y que pasado tan extraño había vivido sin los libros. Entrar al gran salón, te mueve, te mueve en dirección a tus letras, tu pasado-presente. Daniel Samper comiqueaba sobre el manual del estilo de el periódico El País; ignoraba que El País había redactado lineas de buen comportamiento para el periodista y sus casas editoras pero Daniel Samper lo dejaba claro, el libro es sobre ética, sobre erratas, sobre aclaraciones valientes; decían los penalistas que la palabra debe vivir en la moral pero no en la moral del reprimido, debe circular en la moral del no corrupto, debe circular en la valentía del héroe expedito, exacto, arrepentido y reivindicado de sus fallas; mencionó el lamentable caso de la periodista Cook quien fraudulentamente gana el Pulitzer en 1981 con la historia ficticia de Jimmy el niño drogadicto, -si el editor hubiese tenido a la mano el manual de estilo de El País, nada de eso hubiera pasado- ¿Un manual de comportamiento para los periodistas? Pensé. Venían mi mente los diarios de la frontera, todos. !Cuánta violación al buen decir!.
Giro a la mujer, giro la breve reflexión sobre la FIL a la mujer, Sara Sefchovich y su libro Atrévete, propuesta hereje sobre la violencia en México. La presentó Elena Poniatowska, y ahí, claro, ahí llegué por sincronía, no es chiripada que yo de pronto me rodee de mujeres mexicanas influyentes y grandes en edad, experiencia y sabiduría; Elena dice que Sara es precisa en sus aseveraciones y recomendaciones, Sara y La suerte de la consorte, Sara y La mujer de los sueños, Sara y Atrévete al invitar a los ciudadanos a entrarle y hacernos cargo porque en México nada funciona porque estamos bajo el control del corrupto; necesitamos una solución expedita, una nueva maternidad, si la madre se hace cargo entonces nos espera algo mejor, si la madre no se hace de la vista gorda con la casa en Sierra Gorda el delincuente dejará de serlo. La avalancha de corrupción carcome a las instituciones y los cambios no se forma desde arriba, se inician abajo entre las familia en el centro, el núcleo, la madre. Crear otro tipo de jefes, otro tipo de líderes, otro tipo de policía.
Elena Poniatoska recomendó ampliamente la lectura de Atrévete, entonces, fui con Sara Sefchnovish, fui a preguntarle que cuándo venía a Juárez y leí su libro en 1 día; lo que dijo Elena es cierto, leyendo a Sara se pasa el tiempo rápido y se nutre la mente, señoras.
Yo regresé a ver a Lydia Cacho y su libro Amor y sexo; estuve unos minutos escuchando a la autora de Los demonios de Edén; Lydia es alta, muy bonita, auscultó la pedofilia de
Para Juan Villoro, dios existe y podría ser esférico; teatro cansado, rodado, masculino, macho, piernudo, peludo y calvo. Alto sin precedente. Juan Villoro me impresionó como hace mucho nada ni nadie lo hacía, fui la monclovita que admiraba a Parchis o el inalcanzable Juan Rulfo, la elite de Octavio Paz, la lejanía de Revueltas y Kaliman meditando. En unas cuantas horas me convertí en la aficionada a los escritores o mejor dicho a la FIL de Guadalajara. Ah, cuánta pasión por la literatura, y que pasado tan extraño había vivido sin los libros. Entrar al gran salón, te mueve, te mueve en dirección a tus letras, tu pasado-presente. Daniel Samper comiqueaba sobre el manual del estilo de el periódico El País; ignoraba que El País había redactado lineas de buen comportamiento para el periodista y sus casas editoras pero Daniel Samper lo dejaba claro, el libro es sobre ética, sobre erratas, sobre aclaraciones valientes; decían los penalistas que la palabra debe vivir en la moral pero no en la moral del reprimido, debe circular en la moral del no corrupto, debe circular en la valentía del héroe expedito, exacto, arrepentido y reivindicado de sus fallas; mencionó el lamentable caso de la periodista Cook quien fraudulentamente gana el Pulitzer en 1981 con la historia ficticia de Jimmy el niño drogadicto, -si el editor hubiese tenido a la mano el manual de estilo de El País, nada de eso hubiera pasado- ¿Un manual de comportamiento para los periodistas? Pensé. Venían mi mente los diarios de la frontera, todos. !Cuánta violación al buen decir!.
Giro a la mujer, giro la breve reflexión sobre la FIL a la mujer, Sara Sefchovich y su libro Atrévete, propuesta hereje sobre la violencia en México. La presentó Elena Poniatowska, y ahí, claro, ahí llegué por sincronía, no es chiripada que yo de pronto me rodee de mujeres mexicanas influyentes y grandes en edad, experiencia y sabiduría; Elena dice que Sara es precisa en sus aseveraciones y recomendaciones, Sara y La suerte de la consorte, Sara y La mujer de los sueños, Sara y Atrévete al invitar a los ciudadanos a entrarle y hacernos cargo porque en México nada funciona porque estamos bajo el control del corrupto; necesitamos una solución expedita, una nueva maternidad, si la madre se hace cargo entonces nos espera algo mejor, si la madre no se hace de la vista gorda con la casa en Sierra Gorda el delincuente dejará de serlo. La avalancha de corrupción carcome a las instituciones y los cambios no se forma desde arriba, se inician abajo entre las familia en el centro, el núcleo, la madre. Crear otro tipo de jefes, otro tipo de líderes, otro tipo de policía.
Elena Poniatoska recomendó ampliamente la lectura de Atrévete, entonces, fui con Sara Sefchnovish, fui a preguntarle que cuándo venía a Juárez y leí su libro en 1 día; lo que dijo Elena es cierto, leyendo a Sara se pasa el tiempo rápido y se nutre la mente, señoras.
Yo regresé a ver a Lydia Cacho y su libro Amor y sexo; estuve unos minutos escuchando a la autora de Los demonios de Edén; Lydia es alta, muy bonita, auscultó la pedofilia de