Sombra parcial

He decidido liberarte, querida sombra. No porque el sol haya tenido la gran capacidad de difuminarte, no porque no me hayas servido para conocer las tumultuosas voces de mi pasado, no te dejo ir por voluntad que esa se forja en la recóndita memoria; la razón de mi despedida es sencilla, simple, no recuerdo tu contorno,  y a la dimensión donde habito, tú, ya no llegas. A veces te extraño, anhelo tenerte a mi lado, sexo bandido, ideas cruzadas. Te lo mereces por abandonarme. Ahora te toca, te dejo. Me voy. Ya te vi, de pronto intentas cruzarte en mi camino y logras llamar la atención,  tu estilo típico que aterriza entre canciones seductoras, te cruzas las aspiraciones, aficionados atractiva servidumbre, acentos reclamando lo mismo, encerrada en una esfera a punto de estallar y que no estalla, duda desamparar las lumbres. Tu identidad es la sombra, así permaneces, no sé si exista otro destino para ti, lo ignoro, no me importa. Ya aprendí, en algunas ocasiones vas de copiloto lo permito al impartir ciertas lecciones y me sirves como ejemplo del desafortunado pasado. Fuiste la sombra ideal, perfecta, no eras oscura, eras sepia y a veces morada, tosca sin permisos para saltar los muros, te atoras entre las ramas y mis piernas, ¡Ah cuánto te deseo! Doblas a la luz de la luna y las estrellas no te reconocen; el sol te compacta, eras mía. Te agradezco las espinillas en el rostro, las cosquillas en el vientre, la ansiedad traducida a kilos de tortillas, frijol, carne, vino y queso.  ¡Qué tonta! ¿Qué hago?. Si te dejo ir, alguien más te abrazará, muero de celos.

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